viernes, 3 de febrero de 2012

La educación también se siente



De contino escucho decir que la enseñanza necesita un cambio inmediato y radical, que la escuela permanece anclada en las formas del siglo XIX, mientras los alumnos pertenecen al siglo XXI. Y debe ser verdad, porque veo a diario la desmotivación de alumnos a los que el sistema educativo no les aporta gran cosa.

Siento cercano cómo gente válida, inteligente y despierta, sufre un sistema educativo que no valora las capacidades individuales, que capa su crecimiento intelectual, que desalienta, desmoraliza y no evoluciona. Qué exige unas cosas y valora otras, que propone competencias pero evalúa contenidos, que no deja espacio a la imaginación de los chavales, que coarta su creatividad y en muchas ocasiones sus ilusiones, que arroja fuera a muchachos de gran capacidad y que si en algo se ha mostrado tremendamente eficaz es en generar fracaso escolar.

Oigo a algunos profesores sermonear a los padres y transmitirles que la única forma válida de obtener rendimientos es obligar a los hijos a sentarse delante de un libro durante varias horas al día. De no ser así, estaríamos haciendo dejación de nuestros deberes como progenitores y por consiguiente, recaería sobre nuestras conciencias el peso de todos los suspensos que el alumno fuese capaz de cosechar en su vida estudiantil. Ellos (los profesores) ya hacen todo lo que pueden aguantando en clase a esa pandilla de jovencitos indolentes, sin interés por nada, apáticos, distraídos y en ocasiones maleducados.

Veo también, sin embargo, a profesores que se esfuerzan por ofrecer a los chicos algo distinto, que quieren evolucionar, que buscan nuevos métodos para impartir sus clases, que se molestan para motivar a los alumnos, que se reciclan, que acuden a cursos formativos, que hacen sus asignaturas entretenidas, que tratan de acercarse a los chavales, que se ponen a su altura, que interaccionan con ellos, que dialogan.

Conozco casos en los que las buenas intenciones innovadoras de estos docentes inquietos, han de salvar obstáculos impensables de los compañeros y trabas alucinantes de los equipos directivos que no ven con buenos ojos que las cosas dejen de ser como son, supongo que por no dejar en evidencia su propia inactividad, su escandalosa desidia profesional.

Veo que ¿nuestros? políticos se enzarzan en discusiones retóricas y sin fundamento pretendiendo salvar la educación de las garras de sus oponentes, o mejor dicho, adaptarla a sus propias conveniencias, pero que se dejan deteriorar la enseñanza a base de no proponer soluciones, de incluir materias que deberían quedar fuera de la escuela, de no arreglar edificios, de racanear en personal, en medios materiales, en dineros, de incrementar las ratios, de bajar el nivel educativo.

Me mosquea que en toda la vida escolar de mis hijos, que se sacan cuatro años entre sí, no haya sido capaz de reutilizar un libro del mayor para la pequeña. Los libros de texto se cambian continuamente, obligándote a adquirir distintas ediciones de la misma obra, en la que el capítulo 8 ha pasado a ser el 6 y el 4 el 9. Esto tiene un nombre que me callo ahora, pero que tiene mucho que ver con la corrupción.

Sufro viendo la incapacidad de quienes tienen la responsabilidad de velar por la educación, de diseñar su futuro, de establecer consensos para no tener que cambiar de ley cada vez que cambiamos el color del gobierno.

Me indigno comprobando como la educación pública cae en manos de gentes que no creen en ella, o que tiene intereses en la privada; de ver cómo se utiliza de campo de batalla para dirimir las rencillas políticas; de comprobar que lo que interesa es imponer el criterio ideológico dominante; de que el sentido común y el debate se sustituyan por el ordeno y mando; de que esta ley la cambio yo en cuanto llegue al gobierno sin ni siquiera consultar con las partes implicadas….

Me cabreo cuando observo que una conquista tan importante como la gratuidad de la enseñanza se intenta convertir en un nicho de mercado. Cómo los que tienen la obligación de mimarla, la degradan y prostituyen sin el menor pudor y con el cinismo impresentable de querer hacernos ver que es para garantizar mejor nuestros derechos.


No puedo soportar a quienes desde dentro y desde fuera juegan con la formación de nuestros niños y jóvenes, manipulan, enredan y tratan de hacernos ver que la única educación de calidad posible es la que se paga.

Me solivianta la inacción de quien viendo venir las cosas no hace nada por evitarlo, de quien sabiendo que actúa en detrimento del sistema educativo público sólo se preocupa de que su jornada sea más cómoda, de estar en el centro el menor tiempo posible, de imponer por criterio de antigüedad un mejor horario para él, de quejarse de que los padres no se molestan en conocer de primera mano la evolución de sus hijos mientras ponen sus tutorias los miércoles de 11,36 a 12,07 en el convencimiento de que la gente no trabaja o de que si lo hace ha de plegarse a sus caprichosos horarios.

Estoy harto de que las únicas caras que ven a diario algunos de los profesores de mis hijos sean la del conductor del autobús, que los lleva y los trae cada mañana y la del camarero que les sirve el café. No conocen la realidad en la que se mueven sus alumnos, ni sus problemas, ni siquiera a sus padres. Lo único que importa es irse después del recreo si se ha llegado al instituto a primera hora de la mañana, y venir en el segundo autobús si tienes que quedarte hasta la última. La cuestión es no permanecer, en cualquier caso, más de tres horas seguidas en el puesto de trabajo. Sin hablar de las ocasiones en las que apenas comienza a nevar los profesores salen en tromba del centro para irse a su casa de la capital, no se complique la carretera, o directamente no salgan hacia el instituto si les pilla en casa.

Sin embargo también veo ilusión en algunos profesores, ganas de enseñar, entusiasmo por que los chavales aprendan, que son capaces de apasionar porque ponen pasión, de reír porque son alegres, de conectar con sus alumnos porque saben ponerse a su altura, de darse a respetar porque son respetuosos, de convencer porque son sinceros, de transmitir porque son cercanos, de que sus alumnos trabajen porque ellos son trabajadores.

Reconozco que en ocasiones, las buenas intenciones formadoras de algunos docentes se enfrentan a un auténtico e insalvable muro por parte de la administración y a los palos en las ruedas de quienes no desean que nada cambie.

Valoro a profesores comprometidos con sus alumnos y con su profesión. La enseñanza es una actividad vocacional, al igual que un sacerdocio. A los que se la juegan defendiendo lo que creen, a los que están señalados por el dedo por haber sido capaces de dar la cara, a los que son capaces de comprometerse, a los que aún creen que las cosas tienen remedio.

Envidio a los que, a pesar de la oposición de sus equipos directivos, y del vacío de sus compañeros, apuestan por ofrecer a los chicos otras cosas, a los que se salen del guión, a los que elaboran sus propios contenidos, a los que no se dejan doblegar por las presiones de las editoriales.

Admiro a aquellos que contra viento y marea persisten en su tarea de enseñar con buen semblante y acuden a la escuela alegres y contentos cada día. Podríamos medir la profesionalidad de un profesor viendo la cara que saca después de clase, o mejor aún viendo la que sacan sus alumnos. Un profesor puede hacer mucho bien, pero también mucho daño, puesto que trabaja con material sensible. Bravo por quienes siempre lo tienen presente.

que sin educación no hay futuro, que la educación es la inversión más rentable que un país puede hacer para sí mismo. Esto lo sabe también cualquier persona, incluso los que gobiernan. Todos conocemos las enormes ventajas sociales, económicas y personales de tener una sociedad cultivada, pero parece que hubiésemos abdicado de conseguir mejoras de cara al futuro. Alguien dijo que una sociedad que invierte en escuelas, se lo ahorra en cárceles, pero convendría añadir que lo gana en desarrollo humano, en bienestar social y en riqueza económica.

O sea que por favor, dejemos de jugar con las cosas serias y pongamos los cinco sentidos en proteger la educación de los ataques de los mercaderes. Animo a los profesores a unirse en defensa de la educación pública, a implicarse en los cambios metodológicos necesarios para incrementar el interés del alumnado, a ejercer con honestidad una profesión apasionante, a comprometerse con sus alumnos por encima de cualquier otra consideración. A los gobernantes a creer que la educación es una inversión y no un gasto, que es un derecho de todos, que con ella no se debe hacer política, a creerse que la calidad de vida de un país tiene mucho que ver con la calidad de su enseñanza, que un paso atrás en materia educativa es un retroceso social que costará décadas en recuperar. A los padres a que sean capaces de valorar que la mejor herencia que pueden dejar a sus hijos es la formación, que también tienen cosas que aportar en ese proceso, que las actitudes de los muchachos dentro del aula tienen mucho que ver con su forma de ver las cosas dentro de la familia, que deben implicarse en la tarea de reclamar una educación pública, gratuita y de calidad. A los alumnos a tomar conciencia de que la educación pública es el derecho que el día de mañana les va a permitir defender todos los demás derechos. Que sin ella, la sociedad democrática pierde su principal razón de ser, ya que una buena educación pública es la única forma de garantizar la igualdad de oportunidades.

Ya está bien de utilizar la educación pública como campo de batalla, unámonos para defenderla, porque será el mejor antídoto para luchar contra las crisis, ésta y las que vengan. Nuestros hijos nos lo agradecerán, la sociedad nos lo agradecerá, nuestro bienestar nos lo agradecerá, porque sin educación no hay futuro del que podamos sentirnos orgullosos.

La imagen que encabeza este post ha sido extraída de la siguiente dirección, con licencia Creative Commons:
http://antoniomaestre.files.wordpress.com/2011/08/por-la-escuela-publica.gif

17 comentarios:

  1. Lo firmo , reafirmo y comparto.
    Un abrazo

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    1. Muchas gracias Domingo. A ver si coincidimos este año en alguna "corrida", o en alguna comida, o en algún evento que nos permita echar un buen "parlao". Un fuerte abrazo para ti y un beso para Consuelo.

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  2. Felicidades. No hay más que decir. Me sumo, comparto y reparto.
    Gracias José Luis.

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    1. Gracias Puerto. A ver si te desvirtualizo en alguna ocasión.

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  3. J.L, mi más sincera y efusiva felicitación por este texto, largo pero interesante, ameno, escrito no sólo con el teclado sino con el latir del corazón.

    Exposición detallada, minuciosa y veraz.

    Soy maestra y sé muy bien de lo que hablas y la realidad y cordura han presidido tu exposición, que ¡¡Llega !!

    Es tan importante la actitud positiva, alegre, capaz de comunicar el ansia por descubrir, por saber, por compartir, por aceptar hechos y realidades que cuando somos capaces de tener alguna, o muchas de estas premisas, tenemos un alto porcentaje de caminar en la senda de del éxito.
    Cuidado, que con éxito no me refiero tan solo a resultados cuantificables, como muchos gobernantes y seudotertulianos quieren hacer creer imprescindibles, sino Éxito de hacer aflorar en nuestro alumnado a la persona íntegra que llevan dentro.

    Ánimo J.L con estas reflexiones tan enriquecedoras y ojalá, fueron cientos de lectores quienes pudieran beneficiarse de ellas-

    Gracias.

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  4. Merece la pena innovar y salirse del guión a pesar de innumerables dificultades que muy bien relatas; me veo reflejada en cosas que tú comentas en el artículo.
    Yo sólo quiero animar a quienes se vean en esas circunstancias; aunque sea duro ir contracorriente, cuando uno sabe lo que quiere, debe luchar por ello. Al final, ¡es muy gratificante! ¡Yo defiendo la enseñanza pública y trabajo para que cada día sea de más calidad!
    Saludos

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    1. En esas estamos Julia, en la defensa de la enseñanza pública. Si nos la dejamos quitar estaremos perdidos.
      Gracias por el comentario

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  5. Muy buen artículo José Luis. Llevamos muchos años dándole vueltas a este tema e intentando encontrar posibles acciones para conseguir pequeñas conquistas dentro del terreno de la educación.
    Espero que consigamos un poco de cordura dentro del sector del profesorado y consigamos aumentar la calidad de la enseñanza pública como primer método de defensa. A la par podemos ir compartiendo otras acciones para que los políticos respeten este campo, que de ningún modo puede ser moneda de cambio.
    Gracias por tus palabras y buscamos juntos soluciones para avanzar.
    Saludos

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    1. Gracias Javi. Ya sabes dónde encontrarme si algo puedo aportar.

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  6. Sí, ya está bien. Es de risa que no seas capaz de ver que el Rey va desnudo, y no, no me refiero al sistema, a las leyes educativas, ni a los profesores. Quien va desnudo es el alumno, porque se le ha hecho creer que la adquisición de destrezas y conocimientos no requiere esfuerzo. Y ESA ES LA GRAN FALACIA DEL SISTEMA EDUCATIVO DE ESTE PAÍS. Yo me mato a trabajar por los 200 alumnos que tengo la suerte de tener, el 90% considera que no tiene por qué hacer ningún esfuerzo en su estancia en el IES.Están encantados con mis clases, utilizamos las Tic, participan, de vez en cuando hacen algo, pero los resultados siguen siendo catastróficos, no hay comprensión lectora, capacidad de síntesis, de expresarse. Eso requiere trabajo y no están dispuestos porque se lo damos todo hecho, aunque estén muy motivados en tus clases. Al final la secundaria se ha convertido en una horrenda selva, y ha sido regada con muchas de las ideas que comentas en tu post.
    Del ministro no espero nada, es otro paniaguado como tantos. Pero el rollo de profes y escuela del siglo XIX ya está caduco. Revisadlo porque muchos de los docentes de vuestros hijos no tienen ni 30 años. Haced que los niños trabajen, se esfuercen y dediquen menos tiempo a ocio absurdo y la cosa empezará a funcionar.

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    1. No es que crea que las cosas se consiguen sin esfuerzo, lo que pienso es que para poder dedicarle a las cosas el esfuerzo que requieren, los chavales tienen que estar motivados. Creo que la metodología es esencial y que un buen profesor ha de adaptarse a las circunstancias de sus alumnos. No es posible que la clase magistral siga siendo la forma más común de impartir una clase en la época en la que vivimos. Te agradezco el comentario y seguro que coincidimos en más cosas de las que te parece. Saludos cordiales.

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  7. Me ha encantado tu post. Pienso y suscribo cada una de las ideas que has transmitido, yo no habría sido capaz de expresarlo mejor.
    Es grato encontrar compañeros/as que sienten esa vocación, que a veces crees que no existe, pues estás rodeado de autómatas egoistas y amargados que tienen egos inmensos, para no sentir esa soledad tan triste, que a veces se siente cuando parece que hablemos lenguages diferentes personas que deberíamos tener un objetivo común y clarísimo: formar y educar ciudadanos.

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  8. Rocío Sánchez @robudgerigar6 de febrero de 2012, 6:51

    Amén!!!

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  9. Estoy muy de acuerdo con muchas de las cosas que dices, pero no con todas. Llevo siete años en la educación y el 90% de los compañeros con los que he trabajado se dejan el alma cada día por hacer bien su labor (he estado en cuatro centros distintos con ubicaciones muy diversas). Años atrás trabajé en la empresa privada y, te puedo asegurar que no encontré ni a un 10% de trabajadores que se implicaran al mismo nivel. Está claro que hay muchísimas cosas por hacer y que nosotros, los profesores, debemos mejorar día a día y que nunca debemos perder el entusiasmo por nuestro trabajo.
    No sé si recordaréis la época en la que nosotros éramos estudiantes, yo la recuerdo perfectamente. Desde entonces hasta ahora las cosas han cambiado enormemente. Ahora los profesores tenemos un trato con los alumnos de tú a tú, nos preocupamos por sus problemas, hablamos con ellos, nos reunimos frecuentemente con los padres y si no lo hacemos más, es porque no disponemos de horas materiales como para poderlo hacer(y eso que la mayoría de nosotros pasamos muchas horas extra en el instituto). Los ratios de alumnos por clase son cada día más grandes y, resulta realmente complicado dedicarles el tiempo que se merecen a los 150 o 200 alumnos con los que cada profesor tratamos. Para conseguir una educación de calidad es fundamental tener pocos alumnos por clase y poder hacer una atención individualizada, evidentemente con 30 alumnos en un aula eso es realmente difícil.
    Cuando los profesores pedimos la implicación de los padres, es porque consideramos fundamental que todos aunemos esfuerzos para conseguir una educación lo más personalizada posible. Que tengan hábitos de trabajo diario es una de las claves, pero eso no significa que se pasen cuatro horas delante de un libro. Significa que en casa los alumnos tienen que investigar, leer, descubrir diferentes soluciones a los problemas planteados por el profesor, practicar y aplicar a su vida diaria lo aprendido en clase. Y que conste, ya casi nadie imparte clases magistrales. Ahora en el aula se debate, se interacciona, se trabaja en grupo, se realizan proyectos, se utilizan todo tipo de recursos digitales,... Las cosas han mejorado muchísimo respecto a cuando yo estudiaba y claro está, deben mejorar muchísimo más.
    En cuanto a lo del horario de atención a padres, los profesores disponemos de una hora a la semana y el jefe de estudios decide cuando la debemos hacer. Nunca jamás he decidido yo cuando hacerla. Pero reflexionemos, cuando vamos al médico y nos dan cita, nunca cuestionamos si debemos pedir permiso o no en trabajo para ir. Pues en el caso de las entrevistas con los padres debería suceder exactamente lo mismo, los profesores no podemos estar las 24 horas del día a disposición de los padres de nuestros 200 alumnos y adaptarnos a sus horarios laborales. Aún así, hay muchas maneras de comunicares, yo en mi caso y en muchas ocasiones me relaciono con los padres vía mail, funciona de maravilla. Claro está que en ciertas ocasiones la comunicación debe ser mediante una entrevista. Además, pienso que la educación de nuestros hijos es lo suficientemente importante como para pedir una hora en el trabajo. Así y todo, yo y la mayoría de mis compañeros en muchísimas ocasines empezamos a trabajar antes de nuestro horario y salimos más tarde para poder quedar con muchos de los padres que les resulta imposible entrevistarse en la hora pactada.

    Pienso que ya va siendo hora de valorar a los profesores como valoramos a otros profesionales, y ya está bien de que siempre recaiga sobre nosotros el peso de todos los problemas de la educación. Evidentemente nosotros somos un pilar importantísimo, pero no el único y sin los medios, sin los recursos suficientes y sin ningún tipo de reconocimiento ni apoyo por parte de la sociedad, nuestra tarea resulta mucho más complicada.

    Debemos luchar con todas nuestras fuerzas para evitar los recortes en la educación pública, pero no solo los profesores, sino toda la sociedad. Del resultado de esta lucha depende el futuro de todos nosotros.

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    1. Creo que tienes toda la razón, aunque coincidirás conmigo en que no todos los profesores son así. Mucho ánimo para mantener tu forma de hacer las cosas y sobre todo el nivel de la educación pública. Se nota que crees en ella. También te agradezco el tono constructivo y amable de tu comentario e indudablemente el rato que le has dedicado. Pensé que era yo solo el de los post largos, pero ya veo que estás en la misma línea. Gracias por todo.

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