miércoles, 7 de marzo de 2012

MM Salamanca. Una media muy completa


Llevamos semanas sin que caiga una gota de agua. La prensa dice que es uno de los inviernos más secos desde que se registran datos. Pues mira por dónde, las previsiones vaticinan lluvia en Salamanca durante 3 horas, entre las 10 y las 13 horas del domingo, justamente en el transcurso de la media maratón. Hay que jod…obarse. No me importa mucho mojarme en la carrera, si no es un chaparrón, claro, pero es un incordio. El suelo se vuelve peligroso y más aún en los trazados urbanos, cómo era el caso, los pies y las zapatillas terminan empapados, y sobre todo, la ropa pesa más, te roza, y te hace daño en las tetillas, que acaban doloridas ye incluso sangrantes. Por no hablar de que si al llegar a meta te tienen un ratito entretenido, como es previsible, el catarro está servido. Mucho musculito, mucha resistencia física, pero como veis, los corredores somos gente delicada.

Nos libramos del agua, aunque tuvimos un invitado con el que casi nadie contaba, el viento, que nos complicó las cosas en algunos tramos de la carrera, sobre todo al final, que es cuándo más duele, aunque imagino que hubo gente que ni lo notó. La dureza de las carreras tiene una parte importante de subjetividad. Me explico. Depende de cómo tengas el día. Si tienes fuerza no hay obstáculos, si vas tocado cualquier circunstancia adversa se convierte en un martirio. Personalmente no me pareció una carrera dura, incluso se me hizo corta. Digamos que el trazado es exigente en algunos tramos, pero bastante llevadero. La cuesta final subiendo desde La Aldehuela puede hacer daño si no has reservado fuerzas anteriormente. Creo que ahí estaba la clave para llegar más o menos entero a la meta: No tomarse uno las cuestas muy a pecho. Me gusta decir que hay que subirlas como un viejo para llegar arriba como un joven.

Disfruté de la carrera desde el primer momento y eso también es mérito de la excelente organización. No hubo que esperar en la recogida de dorsales, las instalaciones del pabellón eran excelentes, servicios impolutos, guardarropa rápido, cómodo y eficaz, salida por cajones muy bien señalados, trazado espectacular, como le corresponde a la ciudad, detalles inesperados cómo la exposición de automóviles antiguos a lo largo del recorrido, voluntarios amables, ciclistas de la organización atentos a cualquier incidencia, recogida rápida de la bolsa del corredor….en fin, una organización prácticamente perfecta. Como sugerencia, no como crítica, diría que sería interesante pactar con el Corte Inglés el uso de su aparcamiento y que los voluntarios de las bicis llevasen caramelos: En el transcurso del recorrido hubo dos personas que los solicitaban para compensar la bajada de glucosa.

En esta ocasión había quedado con Óscar, el afortunado marido de la mejor diseñadora gráfica de la región (por lo menos), que se enfrentaba por primera vez a esta distancia. Al grupo se incorporó, ya en la línea de salida, Juanflo, que también se estrenaba en las medias. Yo había llegado con Marta , que salió también con nosotros y a la que perdimos de vista antes de llegar a la calle Toro. Nos acabó sacando 10 minutos en la meta. Nosotros a nuestro aire y a tratar de acabar, que era el objetivo para ese día. Es importante no dejarse llevar por un ritmo demasiado alegre al principio de la carrera, ni tratar de seguir el paso de los que te preceden, ni dejarte presionar por los que vienen detrás, ni responder a los estímulos de la adrenalina que te incita a correr más deprisa, sumido en esa sensación de casi borrachera que uno lleva durante los primeros compases. Hay que tener en cuenta que 21 Km. son muchos y que las alegrías del comienzo pueden tornarse en sufrimiento al final. O sea que lo mejor, para nuestro propósito es sosegarse y coger un paso cómodo. Entre las presentaciones, la charla amena, la belleza del recorrido, la foto al paso por la Plaza mayor, cuando nos quisimos dar cuenta estábamos ya atravesando el puente romano. Delicioso este primer tramo. Subida a Vistahermosa. Allí pillamos a Vicente, el atleta que iba en la silla de ruedas , al que acompañamos durante un rato. Me dolían los brazos sólo de verle como empujaba la silla cuesta arriba, ¡menudo esfuerzo! Según íbamos hacia el Zurguén, los primeros ya volvían por el carril contrario. Me dio mucha alegría ver que Juan Bueno iba destacado en cabeza con otro corredor. ¡Cómo corre este muchacho! Pudimos ver y animar también a Chelís y Ángel que marchaban a un ritmo endiablado, a Edu y Adri veloces como Aquiles en los campos de Troya, a Manolo González, a Álex, a los hermanos Casas Viela…En fin, cómo dice mi amigo Lillo, “a todos esos que corren en otra liga”.

Nosotros, a lo nuestro, a que cayeran kilómetros sin cansarnos demasiado. Yo me encontraba fuerte, Óscar también aguantaba el ritmo en torno a los 5,30 y Juanflo comenzó a dar los primeros avisos de debilidad camino del segundo paso por puente romano. Me gustó entrar de nuevo en Salamanca por él y contemplar una vez más la fachada acristalada de la Casa Lis, o el verraco vettón contra el que el ciego golpeó la cabeza del todavía inocente Lazarillo de Tormes. Muy agradable me resultó el tramo que discurría a la orilla del río y además seme hizo muy corto. Llegando al kilómetro 15, Juanflo nos pidió que le dejásemos continuar a su ritmo y Óscar y yo aceleramos un poco y nos distanciamos. Desde aquí a la meta, fuimos todo el camino adelantando corredores, aunque hubo que bajar un poco el pistón para llegar juntos. Cómo me gusta llegar al kilómetro 20 con fuerza en las piernas y sentir que puedo seguir corriendo y subir la velocidad si me apetece. Esa sensación es la que me anima a seguir disfrutando de este deporte, pero también ver la alegría en la cara de Óscar al terminar la carrera, y el abrazo emocionado y la gente que aplaude y el alivio de parar… Recordé el año pasado en mi debut en la de Segovia cuando Pedrote me llevó en palmitas desde la salida hasta la meta y pensé en la cantidad de emociones que vives cuando logras superar este reto. Qué diferencia he experimentado en este último año, y que distintas las sensaciones físicas entre llegar con lo justo e ir sobrado. Al final, 1,55 y el convencimiento de que ha sido la carrera que más he disfrutado. Justo en la meta nos esperaban Carmen y Tatiana para recibirnos con un beso. Ese fue nuestro mejor premio. Realmente, no podemos aspirar a otro. Tras la carrera, me enteré por Álvaro de la lesión de Josemari, pero también de que Rony y Jose Paradinas habían concluido de forma magistral su primera media maratón. Me dio verdadera pena no poder quedarme a comer y haberle puesto al magnífico día un colofón a juego. Pero no pasa nada. Yo de momento me he apuntado a la de León con la intención de darme un homenaje a base de cecina, morcilla y si pudiera ser, un botillo para garantizar la recuperación del cuerpo y un buen vino de El Bierzo para la del espíritu. Dicho queda.

2 comentarios:

  1. Jose, ¡máquina!
    ¡No hay quien te pare...! Tú también vas corriendo ya en otra liga, no te creas...
    Los frutos de tu trabajo diario se ven con claridad, y tu esfuerzo, tesón y entrenamientos te otorgan un momento de forma envidiable. ¡Vaya progresión, chaval!
    Enhorabuena por la carrera y por tu actitud positiva y tremendamente social, humana, ante estas actividades y la vida.
    ¡A por la media de León!
    Salu2.

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  2. Muchas gracias Lillo, por tus comentarios, por tus ánimos y por tus consejos.

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