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En la salida. Frescos, sonrientes, con las fuerzas intactas. |
La Media Maratón de Plasencia no
es una más. Tiene carácter, personalidad y un trazado precioso y entretenido en
el que se alternan tramos de tierra y de asfalto. Discurre en gran parte de su
recorrido a orillas del Río Jerte desde
el que se contemplan en algunos momentos las cumbres de Gredos, poco nevadas en
este año de primaveral invierno. Resulta especialmente agradable transitar por
La Isla, parque fluvial cercano al centro de la ciudad, repleto de árboles y un auténtico vergel para
los que llegamos desde las tierras áridas de la meseta.
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Por La Isla. Flanqueado por Maxi y David (427 y 99) |
Los primeros kilómetros se corren, como suele
suceder, pasados de vueltas, sobre todo en la bajada hacia el río. Se llega a
mitad de carrera casi en un suspiro gracias a un perfil ligeramente favorable,
las ganas y el buen ambiente. En realidad, es en ese punto cuando uno sabe cómo
se encuentra. Si en el 11 estás mejor que en la salida, es que el día puede
resultar favorable para hacer una buena marca. Si, por el contrario llegas
apretado, lo más razonable sería aflojar el ritmo y tratar de trasladar el
comienzo del calvario lo más cerca de la meta que se pueda. Digamos que mis
aguerridos escoltas en esta prueba, Maxi Albarrán, con el que entreno
habitualmente, ya que como él dice, “hacemos buena yunta” por nuestros ritmos
similares y una condición física y mental muy parecida, y David Oliver, el avezado maratoniano con el
que corrí el último tramo de la MM de Navalmoral de 2013, en la que conseguí
gracias a él, mi mejor marca personal en una media, me llevaron a un ritmo vivo
desde el comienzo. En ocasiones me costaba seguirlos, pero aflojaban la marcha
y volvíamos a cabalgar juntos, aunque estaba claro desde el primer
avituallamiento que era el más débil de los tres, el que más resoplaba y el que
maduraba más deprisa. No obstante, fueron kilómetros de charla amena y de enorme
satisfacción. Ponerte al día, escuchar el golpeteo de las zapatillas en el
suelo, acoplar el ritmo al de los compañeros hasta sincronizar los pasos de
forma inconsciente, notar que el corazón se acelera y que la respiración se
agita, pero sentirte cómodo corriendo…..Esas sensaciones a veces
contradictorias son la esencia de quienes tenemos esta afición y difícilmente
pueden ser comprendidas por alguien que no las ha experimentado.
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Buena yunta |
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Puente de piedra sobre el Jerte. Comienza la parte dura |
Pude acompañar a Maxi y a David,
gracias a su generosidad, hasta el Km 18. “Cada
uno que se las arregle como pueda a partir de aquí” les dije. Y así fue. En
cuanto el terreno se puso cuesta arriba, yo fui entrando en barrena. Lo cierto
es que la primera rampa es demoledora: te rompe el ritmo, te sube las
pulsaciones y como no regules se convierte en un obstáculo insalvable. Detrás
de la primera vienen otras cuestas y también requiebros por las callejas de
Plasencia, y pavimentos duros de canto rodado y de granito. Sálvese quien
pueda. Yo, desde luego, no podía. Cuando las cuestas se empinan, la carrera es
implacable con los que flojean. Tras de mí podía sentir los jadeos casi
agónicos de otro corredor que aún tuvo fuerzas para gritar a alguien del
público: “Esto es inhumano”. Yo,
bastante tenía con luchar contra el deseo de pararme. Tenía que llegar a meta
corriendo, entre otras cosas para acabar cuanto antes con el sufrimiento y el
dolor de piernas.
Interminable. Así se me hizo la
parte final de la carrera. Ya en la recta de meta, Carmen avanzó entre el
público para ofrecerme llevar a la pequeña Lucía, la hija de Tony, un compañero
del club hasta la línea de llegada. No me atreví a hacerlo por temor a que la
niña se me cayera de los brazos, tal era el lamentable estado en el que terminé
la carrera. Como muestra diré que en estos tres últimos kilómetros, mis
compañeros me aventajaron en 3’. Menudo pajarón. Pero en eso reside también la
adicción a este deporte, en la dureza, en el esfuerzo, en sentir el cansancio
en el cuerpo, en la superación personal y sobre todo, en la lucha psicológica
contra uno mismo, que te forja el carácter y la determinación y te fortalece
mentalmente, sobre todo si desde el público alguien con una enorme barriga y un
puro en la boca te grita que no puedes con los cojones. Cierto. Pero imaginarlo
a él en la misma tesitura me hizo sonreír en tan delicado momento.
Cuanto más inclemente haya sido
el trayecto, mayor es la satisfacción de lograr terminarlo. Por eso siempre sonrío
en las llegadas y procuro hacerlo también durante el trayecto, aunque vaya
justito. Al fin y al cabo, corro para disfrutar de ello, aunque en casi todas
las carreras me toque sufrir.
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José Luis y Tony |
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Rony quemando brócoli en la subida |
Por lo demás, el día resultó
magnífico en lo climático, inolvidable en lo social, novedoso en lo gastronómico
e inigualable en lo artístico. Mira que
los conozco, pero Puerto y Cai siempre acaban sorprendiéndome con su entregada
hospitalidad. Pendientes de nosotros desde antes de que llegásemos y dedicados
íntegramente a nuestras necesidades hasta que nos volvimos a casa. Mi
agradecimiento hacia ellos sólo puedo expresarlo mediante el cariño que los
profeso a ambos. Tuve ocasión, además de volver a saludar a Mireya y Angélica,
hermanas de Puerto y al igual que ella, amables y atentas con todos nosotros; a
Antonio, con el que me comprometí a correr la Media de Monfragüe en el mes de
octubre. A ver si puedo convencer a alguno de los que me acompañaron y que, al
igual que yo, volvieron encantados con la carrera, con el trato recibido y con
la ciudad. Fue un auténtico placer volver a correr con José Luis Paradinas, que
nos tenía abandonados últimamente, acompañar a Tony a su primera media oficial
y ver que Álvaro no ha perdido ligereza gracias al brócoli. Aunque en carrera
no los huelo, es una gozada llevar tan excelente compañía. A ver si cunde el
ejemplo y nos prodigamos más en salidas conjuntas. Y por último, no quiero acabar
esta crónica, sin hacer mención a las
pequeñas Lucía y Daniela, que aguantaron sin rechistar todo el día. Y como no,
a Paula, que redescubrió asombrada la ciudad en la que nació. Para cualquiera de
los que tuvimos ocasión de estar allí el domingo, la Media Maratón de Plasencia
no es una más. Seguro.
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El grupo |