En tiempos pretéritos, cuando las
tierras se labraban con animales, los bueyes, a pesar de ser más lentos que las
mulas, podían aguantar mucho más tiempo que ellas trabajando la tierra y su
labor era más uniforme, sobre todo en terrenos recios. Hubo un tiempo, en mi juventud, que trabajaba
los veranos con mi padre. Eran trabajos duros, asociados al campo y a la
recolección, de esos que de no ser por la edad, te inhabilitan para salir de fiesta. El vigor
juvenil daba para ambas cosas a pesar de que al día siguiente había que cumplir
en el tajo, casi de sol a sol. No
importaba, yo lo hacía sin rechistar. Ahora bien, en el momento que alguien me venía con prisas y me atosigaba para terminar antes, lo único que conseguía era sacarme de punto y enfadarme. Además me cansaba rápido y tenía que pararme continuamente, por lo que el
efecto era justo el contrario al deseado. Mi padre, que me conocía bien, decía:
-Si le dejáis a su ritmo, irá
despacio, pero ni parará ni levantará la cabeza. Este muchacho mío es
como los bueyes.
Ayer, corriendo por las calles de
Badajoz, recordaba estas palabras. Mi única posibilidad de terminar la carrera
pasaba por ser como los bueyes, lento pero resistente y seguro. Y esa fue la estrategia que me planteé de
cara a mi primer intento de terminar una maratón. No es fácil contenerse durante los primeros
kilómetros, cuando la adrenalina, el buen estado físico, la marcha de los
demás, el ansia de acabar y las ganas de correr, tiran de uno. Saber medir el
ritmo que le conviene a tu condición física y mantenerse en él puede resultar
esencial para llegar a la línea de meta, aunque tampoco se pueda afirmar que
eso sea garantía de nada. En mi caso, tan
importante como el ritmo, resultó la compañía. Impagable. Recuerdo algún episodio ciclista en
el que un emergente Induráin, sacrificaba su posición por acompañar y ayudar a
su jefe de filas, que no era otro que Perico Delgado, que en el declive de su
carrera andaba bastante más justo de fuerzas que su genial gregario. Me suena
que esto ya lo he comentado en otra ocasión para ponderar al gran Zubiri, que
ha vuelto a ser una vez más mi acompañante de lujo, mi compañero inseparable,
mi fiel escudero, mi animador incansable. Somos ya muchos los beneficiados de
la generosidad de Jose Mari de Castro, que encuentra más satisfacción en ayudar
a los compañeros que en bajar sus propios tiempos. Se adapta a tu ritmo, te da
consejos, te coge el agua, te espera, te alienta, te abre las barritas que se
resisten, te habla, te mira para ver si necesitas algo o vas sufriendo, en fin,
que el que tiene la suerte de correr con él, tiene la seguridad de que hay
alguien a su lado que va a hacer todo lo posible por hacerle el camino más
fácil. Estoy por proponer sacarle en procesión durante esta Semana Santa. Yo me
apunto como costalero para llevarle en andas.
Esa misma solidaridad la he vivido con todos los compañeros de
entrenamiento en esos días en los que la
auténtica motivación para salir a correr es la compañía y el buen rollo que se
disfruta en este club. Hablo de Edu, de Pardi, de Adri Carabias, de Mako, de
Gonza, de Rony, de Bernal, de Jose Paradinas, de Pepe el canario, de Alberto,
de Adri Morales… Ahí reside parte del hecho de que los 7 miembros del club que
lo hemos intentado en esta ocasión, hayamos concluido con éxito nuestra
aventura, puesto que lo realmente duro es salir a entrenar con un frío de mil
demonios, o cuando el tiempo amenaza lluvia, o comienza a nevar, o te pilla una
granizada, en fin, todos esos días en los que lo más sensato sería quedarse en
casa. Porque el día de la carrera, lo
que sobra es motivación y ganas de correr. Al menos al principio, porque a
medida que pasan los kilómetros, las piernas se van cargando y las ganas de
correr se sustituyen por las ganas de acabar, en el mejor de los casos, o
directamente de parar y dejarlo todo, en
los ratos más peliagudos.
Creo que todos estábamos
ilusionados con esta carrera, ya que la primera maratón es algo especial para
cualquier corredor, y en este caso éramos cinco los que nos estrenábamos en la
distancia, pero además significaba una salida de convivencia entre nosotros. Puedo
decir que en ambas facetas hemos regresado colmados: Todos pudimos acabar, y
nuestros lazos personales han salido muy reforzados. Comidas compartidas, agradables paseos,
cañitas por aquí, unos vinos por allá, charlas, bromas, risas e incluso algún
momento de nerviosismo que acabó diluido en vino. Badajoz, muy agradable como
ciudad. Lo cierto es que no esperábamos nada de ella a nivel urbanístico y artístico
y acabamos gratamente sorprendidos por rincones realmente bonitos con regustos
árabes, andalusíes y una magnífica alcazaba que nos habla de su pasado fronterizo.
En lo deportivo,
nos encontramos con una carrera poco concurrida, 707 inscritos, en relación con
otros eventos de esta naturaleza en los que hemos podido participar, pero con
una buena organización: Visita guiada por la ciudad, comida de la pasta la
víspera de la carrera, gratuita para los inscritos, bolsa del corredor y los
servicios habituales en la zona de meta. El tiempo prometía lluvia durante toda la
mañana. Personalmente estaba “acojonado” pensando en lo que significaría correr
durante cuatro horas con lluvia, principalmente por el peso de la ropa empapada
y por el roce que produce en el cuerpo, o sea que me pertreché de chubasquero
atado a la cintura, por si las moscas, y me embadurné con vaselina todas las
zonas susceptibles de escocerse. En la
salida, los siete hicimos una piña para desearnos suerte y buena carrera. Es difícil describir estos momentos previos
al pistoletazo. Tienes nervios, la adrenalina no te deja parar, estás deseando
de comenzar, pero de lo que verdaderamente tienes ganas es de terminar. Es
importante serenarse, tomarse las cosas con calma, respirar hondo y no pensar en
lo que queda por delante, simplemente concentrarse en el momento y disfrutar de
él. Desde luego para mi ya suponía un éxito impensable haber podido llegar
hasta la salida de la prueba reina del atletismo. Mis posibilidades de realizar
una maratón eran las mismas hace unos años, que las que tengo hoy de subir a la
luna; el que me conoció lo sabe, o sea que a disfrutarlo.
Comenzada la carrera, el grupo se divide: por
un lado Zubiri y un servidor, rodando más lentos y por otro el resto, a los que
pudimos mantener en nuestro campo visual durante los primeros kilómetros.
Rápidamente Pardi se despegó del grupo y comenzó su batalla individual por completar
la carrera y además hacerlo en menos de tres horas y media. La primera vuelta
la hicimos sosegados y tranquilos, disfrutando y buscando buenas sensaciones.
Lo cierto es que llegamos a la media maratón con fuerza en las piernas, el
ánimo intacto y con ganas de seguir corriendo, sobre todo después del abrazo que
me dio en el Kilómetro 20 mi amigo Isidoro, responsable de las bibliotecas
públicas de la provincia de Badajoz y que me esperaba con el propósito de apoyarme
y mostrarme su apoyo. Me lo prometió y no faltó a su palabra; menudo es el
comandante Bohoyo. Al poco, dejamos de
ver a los corredores que iban delante de nosotros, parecía que se les hubiera
tragado la tierra. Al volver una esquina, gente de la organización nos miró con
sorpresa puesto que no se esperaban ver aparecer a nadie por esa calle. Lo que
sucedió es que hicimos el circuito destinado a la segunda vuelta, unos 400
metros más, que hubiésemos agradecido de menos al final. Todo fue transcurriendo sin novedad: Bebida
en todos los puestos de avituallamiento, barrita energética cada 10 km, y
parada técnica a mear en el 25. La temperatura ideal y el cielo nublado pero
sin lluvia. Así fuimos hasta el kilómetro 30, en el que el tiempo optó por
mostrarnos su otra cara: El diluvio comenzó mientras atravesábamos el Puente de
Palma, con buenos truenos de fondo. Ni
me molesté en ponerme el chubasquero. Rápido se encharcó la calzada y en
algunas zonas el agua nos cubría las zapatillas, pero lo cierto es que la
lluvia nos dio bríos y nos marcamos unos kilómetros a ritmo vivo en los que
fuimos gozando de correr y del agua que apenas sentíamos, disfrutando de
adelantar atletas, recreándonos en el hecho de encontrarnos con fuerzas a pesar
de los kilómetros transcurridos, sintiéndonos grandes, pletóricos, aunque las
piernas comenzaban ya a resentirse. Esa sensación por si sola ya compensa el
esfuerzo de tantos días. Era fantástico correr bajo la lluvia encontrándote
mejor que en la salida tras haber cubierto treinta y tantos mil metros.
Fue en el 38. De repente. Comencé
a notar las piernas duras y cada paso me costaba un gran esfuerzo. Notaba que no podía mantener el ritmo y
advertí a Zubiri que aflojara el paso. Ni con esas. El flato también hizo acto
de presencia. Nunca me había pasado. Respiré hondo varias veces. Una pequeña cuesta abajo me ayudó a recuperar
un poco. Lo cierto es que de respiración iba bien, no era ese el problema, eran
las piernas que pedían una tregua. No pensaba dársela. Estaba claro que si
había llegado hasta aquí nada iba a detenerme. Por delante, apenas tres kilómetros, interminables, eternos;
se olía la meta, la gloria estaba al
alcance de los dedos. Avanzar era mi único pensamiento. No puedo recordar si seguía lloviendo o si ya
había parado. Total, íbamos calados hasta los huesos, pero no me sentía mojado.
Sólo recuerdo a Zubiri dándome ánimos. ¡¡¡Vamos, vamos, que ya está hecho, lo
tenemos ahí!!! Ya se veía la silueta del Puente Real. Último kilómetro aún.
Avanzar cada metro es un trabajo de voluntad, porque las fuerzas se han acabado
hace un rato. Encaramos la recta final. Ya no duele nada, tan solo piensas vas
a culminar un sueño, que lo has conseguido. Venía emocionado desde hacía un rato y cuando
vi a Carmen, a Almudena, a Rosa y a Leila, que nos jaleaban unos metros antes
de la meta, me salían a la vez las risas y las lágrimas y me sentía como nuevo otra
vez, como si acabásemos de empezar. Zubiri el Grande, me cogió la mano y atravesamos
juntos la meta mientras oíamos nuestros nombres por megafonía. Si no es porque me tiene agarrado,
levito. Abrazos, besos, más risas, más lágrimas y una enorme
alegría interior. El delirio.
Qué rica sabe una ducha de agua
caliente, a pesar de que al acabarla aún nos espera el cambio de la rueda del
coche de Zubiri, que se reventó aparcando.
No pasa nada. Total, todos hemos acabado lo que veníamos a hacer. Estamos
juntos de nuevo los siete magníficos. Nos abrazamos, nos felicitamos, nos
referimos los buenos y los malos momentos, las anécdotas. Rony se ha hecho su primer maratón en 3:30,
fantástico, porque además ha ido a más durante el último tramo y no ha conocido
el muro; Pardi, tiene el enorme mérito de haber ido solo durante toda la
carrera, por lo que su gran proeza no es tanto haberla terminado en 3:33, como
ser capaz de tener la fortaleza mental para seguir adelante en los momentos
duros, en los que le tocó parar a estirar debido a ciertas molestias en los
muslos; Edu y José Luis entraron juntos
en 3:37, este último en plena remontada tras su crisis del kilómetro 32, Edu
más constante y sabiendo regular sus fuerzas durante la carrera, pero sabiendo
sobreponerse a los malos momentos; Álvaro Bernal, que corría su segunda
maratón, estaba pletórico y feliz con su 3:48. Es de esa condición. El bueno de
Zubi y yo llegamos en 4:04, aunque él podría haber estado en meta media hora
antes. Lo importante es que todos supimos aguantar el sufrimiento, concluir la
carrera y sacar conclusiones personales de cara a la siguiente. Yo no me la pierdo.
Apostilla: La experiencia vivida
nos ha enriquecido como personas, como corredores, como amigos, como grupo. La
maratón comenzó el sábado a las 9 de la mañana, cuando nos montamos en los
coches para iniciar el viaje y no terminó hasta 37 horas después, al regresar a
casa. En algún caso de forma literal, puesto que mi tocayo no pegó ojo durante
la noche y yo apenas pude dormir un par de horas. El ánimo que hemos recibido
de nuestras mujeres, Almudena, Rosa, Leila y Carmen, que han querido
acompañarnos en una experiencia única para nosotros, sólo podremos
compensárselo volviéndolas a invitar a compartir con nosotros muchas más. Muchas, muchas, muchas gracias por las
esperas, por los ánimos, por aguantar la lluvia, por los madrugones, por
aburriros con el monotema sin reprocharnos nada, por acompañarnos, por estar de buen humor, por
llevaros bien, por no quejaros, por hacernos felices.
Eso,querido amigo y compañero, se llama vivir y disfruta de la maratón, ¡enhorabuena! y un fuerte abrazo
ResponderEliminarCierto Domingo. La sensación que me ha quedado es tan positiva que no tengo ninguna duda de que volveré a correr otra. Eso sí, será al año que viene, que dos en el año son muchas.
EliminarGracias por tus consejos,Domingo, por tu interés, por saber escucharme y por distinguirme con tu amistad.
Maravillosa cronica amigo jose,me has emocionao jodio,es bonito recibir esos elogios pero como te dije el merito es tuyo,tu cuerpo,tus piernas,tu mente,tu corazon lo controlabas tu,yo solo fui la roca en la descansases en los momentos dificiles de la carrera,aunque a mi me hace mas feliz intentar que cumplieses tu sueño que llegar el primero con un tiempo de 2:15:03 porque para mi son mas importantes tus elogios y ver feliz a la gente,que el premio de la prueba en metalico,el dinero va y viene pero la buena amistad dura toda la vida,enhorabuena campeon has hecho un maraton.
ResponderEliminarNo digo nada que no sea cierto, Jose Mari. Son muchas cosas las que me ha proporcionado el hecho de correr, pero de entre ellas me quedo con la de haber tenido la suerte de toparme con gente como vosotros y de haberos podido sumar a mis amistades. Yo he cumplido un sueño y en eso habéis tenido mucho que ver los amigos del Club. Gracias de nuevo, amigo.
EliminarQue tío más grande, enhorabuena Maestro
ResponderEliminarQuien me lo iba a decir a mi, Candi, que acabaría resistiendo un maratón. Pero ya ves. Y lo bueno es que disfruto cada día más de esta afición. Muchas gracias por tu enhorabuena y sobre todo por leer mis crónicas. Con esa audiencia da gusto escribir.;-))
EliminarEnhorabuena campeón!!
ResponderEliminarMe quito la boina, acabas de doctorarte y con nota.
Algún día , cuando sea mayor....correré una maratón.
¡Corre y disfruta, puñetero!
Algún día Carlos, tendré que escribir sobre el porcentaje que tengo que atribuir al vino en estas proezas. Puede que esté en torno al 25%, el otro 75 se lo repartirían entre las amistades que sumas, el disfrute de correr, y el no menos importante de poder comer lo que uno quiera. Lo demás son beneficios colaterales: adelgazar, viajar, mejorar la salud...;-))
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAy mi Jose, quién me iba a decir a mí que iba a tener un marido maratoniano, qué orgullosa me siento. Cuando te vi en el km 29 con la sonrisa que te acompaña en todas las carreras disputadas hasta el momento, intuí que ibas a terminar con bien.
ResponderEliminarYo también me emocioné y lloré cuando Rosa, Leila y Almudena comenzaron a gritar: ¡Carmen, ya vienen!, y te vi llegar acompañado de José Mari, gran compañero para culminar la faena.
Me sentí feliz de verte arropado, acompañado y querido por tan buenos compañeros y amigos: Juan Antonio, José Luis, Eduardo, Alvarito, Álvaro Rony y el entrañable José Mari.
Ahora sí te digo "Si el cuerpo te pide correr, CORRE".
Pues ya ves Carmen. Desde luego sin tu comprensión y apoyo nada de eso sería posible. Un millón de gracias. Ya te las daré luego en vivo ;-)))
EliminarUsted sí que sabe: es capaz de correr 42.195 metros con tal de llegar a la meta. Confiese que había escondidas tras la pancarta de llegada unas botellas de gasolina de esas que usted y yo conocemos.
ResponderEliminarEnhorabuena, ¡grande!
He de confesarte, Gregorio, que llevaba el depósito tan lleno del día anterior, que se me escapaba el combustible (ya sabes que mi motor funciona con vino tinto) por el sobrante. Eso sí, cuando entré en meta hacía unos cuantos kilómetros que llevaba encendida la luz de la reserva, o sea que tras el lavado y engrase tuve que hacer un repostaje de alto octanaje, en esta ocasión con vino del Alentejo y una copa de aguardiente portugués. Si lo llego a coger en el kilómetro 38 me había saltado el muro a estilo Fosbury.
EliminarPero....que tío más grande eres Jose!! Terminar una maratón, ahí es nada, pero me enfado un poco, ¿cómo es que venís a Badajoz y no decís nada? :(( La prueba, la verdad ni siquiera me enteré, la ví en prensa a posteriori. Cuando os vea os voy a dar un abrazo para felicitarte, y además un tirón de orejas a ambos por no decirme nada!
ResponderEliminarAnduve pendiente por la zona de salida por sí te veía por allí. No quise decirte nada para no comprometerte pero lo cierto es que nos hubiese gustado verte, claro que sí. Pero ya no hay remedio. Mira a ver si te animas y hacemos la media Elvas-Badajoz
EliminarJosé, eres grande. Pero no solo corriendo, que también, sino como persona; siempre al detalle, no dejas a nadie fuera. Eres "buena gente" y te lo digo de verdad, que no soy mucho de sincerar mis sentimientos. En este club tenemos suerte, porque abunda lo bueno, especialmente la balanza la inclinais zubiri y tú. Si dios existe no te tendrá en cuenta tu agnosticismo (se dice asi, no?). Gracias por ser así.
ResponderEliminarCorrer y comer se diferencian en una sola letra, y en lo que verdaderamente aguanto sin rechistar cuatro horas es comiendo, corriendo me cuesta un poco más, pero bueno, si tenemos que hacerlo lo hacemos, aunque el que yo lo haya conseguido es en gran parte mérito vuestro, que sois capaces de aguantar mis ritmos al ralentí cuando salimos a entrenar, mis paradas a coger setas, que simuláis un pinchazo en la pierna o atarlos las zapatillas solo por esperarme y que no me sienta mal, que váis pendientes de sí alguno sufre. Eso es ser buena persona. Yo he tenido la suerte de tropezarme con vosotros y de disfrutar de vuestra compañía. No es sólo la faceta deportiva, es la humana la que me tiene alucinado. Sé que he encontrado un grupo de amigos con los que además puedo salir a correr y eso es tener mucha suerte. Estoy encantado. Repetiremos carreras, seguiremos saliendo a entrenar y sobre todo, reforzaremos nuestra amistad. Ah, por cierto, y que Zubiri me perdone, pero un agnóstico es aquel que mi niega ni desmiente la existencia de dios, sólo que no puede entenderla racionalmente. Un ateo es el que piensa que dios no existe, sino que es un instrumento ideológico al servicio de los poderosos. Lo mío es ateísmo. Gracias por tu comentario, amigo mío.
ResponderEliminarMi más entusiasta felicitación por completar esta tu primera maratón, sano, salvo y feliz. Me he emocionado mucho leyendo tu crónica y me han venido a la cabeza otros nombres, otros lugares y otras situaciones, pero que tienen muchas características comunes: compañerismo, esfuerzo personal, amistad, alegría, vida...
ResponderEliminarEn tu faceta deportiva -compruebo- que eres muy querido, tanto como lo eres en la educativa y tecnológica. En los eventos deportivos, en los congresos educativos, en las quedadas tuiteras, en los vivos y directos, en los vinos..., demuestras que eres un tío grande, amigo mío, "muy buena gente", señor de Bracamonte, de esa con la que uno se siente a gustito y de esa de la que uno puede y quiere presumir. José Luis, amigo mío, felicidades por la gesta deportiva pero, sobre todo, por ser como eres y dejarnos contar en tu interminable lista de amigos. ¡Un abrazo cordial, maestro!
Querido Marcos: llevo almentándome el ego durante todo el día leyendo y releyendo tu amabilísimo comentario. Vaya unas palabras más bonitas y emotivas que me has dedicado. Me va resultar imposible darte la réplica por esta vía, pero cuando tenga el placer de volver a verte te voy a dar un abrazo de esos que hacen crujir las costillas. Sabes que yo también me siento muy halagado por que me hayas distinguido con tu amistad y no son palabras. ¿Cuándo volvemos a vernos, Marcos? Sabes qué siempre tienes un hueco en nuestra casa y en nuestros sentimientos.
ResponderEliminaroleoleoleeeeee
ResponderEliminarEse olé de mi admirada Lola, vale tanto como dos orejas y un rabo hablando de toros; tanto como ese mismo rabo con patatas si hablamos de gastronomía; como una nominación a los Óscar si hablamos de cine, en fin, es increíble lo que es capaz de expresar esta mujer con una docena de letras. Al menos yo he entendido eso y Nololamento. Gracias guapa.
ResponderEliminarQuerido José Luis, una crónica no solo emocionante sino contada con cariño hacia todos los que participaron de esta impresionante hazaña, como a tí te caracteriza, y además tu prosa es tan ágil como tus piernas, se lee en un suspiro y cuando terminas te preguntas, ¿este cabrón cuando escribirá un libro con por lo menos 1.000 páginas? ;)
ResponderEliminarMe llena de orgullo ser tu amigo y me alegro enormemente de que sigas luchando por conseguir cada meta que te propones. Un fuerte abrazo.
Jajaja, mil páginas nada menos. Eso si que sería un buen maratón. Para escribirlo y para leerlo. No sabes lo que te agradezco tu amable comentario, David, pero realmente correr 42 Km. Es una chiquillada al lado de la aventura laboral y empresarial que habéis emprendido tú y Fernando. Eso sí que es tener valor, pasión y entusiasmo por lo que uno hace. Os deseo toda la suerte que os merecéis en CONECTA13 http://conecta13.com/ y espero, más pronto que tarde, coincidir de nuevo con vosotros en algún sarao y en cualquier caso, no olvidéis que por estos pagos también tenéis amigos. Mil gracias, maestro y un afectuoso abrazo.
EliminarJOSEEEEEEEEE, qué alegría, qué emoción, me tienes aquí con los ojos nublados.... no te imaginas lo contenta que me siento por tu logro y lo inspirador que me resultas. Yo también quiero hacer un maratón. jejej MIl felicidades, mil abrazos y besos para ti y para Carmen. Sigan felices, alegres y tan amorosos como los conocí. Para mi es una verdadera dicha tenerlos entre mis amigos.
ResponderEliminarMucha salud, prosperidad y muchos buenos momentos.
Besos y adelante con todo. :-)
Querida Beatriz: ya sabes dónde tienes un partenaire para que no tengas que acometer esa prueba tu sola. Estaría encantado de acompañarte, pero me tienes que dar algo de tiempo para recuperarme. Tienes que hacerlo, Beatriz, tienes que sentir la emoción, la satisfacción, el subidón que se experimenta cuando cruzas la meta tras 42 Km. Conociendo tu tesón y tu forma de ser no me cabe ninguna duda de que lo conseguirás. Te llamaré para convencerte. Un fuerte beso (por mejilla, claro) y un cariñoso abrazo de parte de Carmen. Para nosotros eres alguien muy especial Bea. Muuuaack.
ResponderEliminarMil gracias Jose por esa maravillosa oferta. Gracias por el ańimo y por la confianza. Me animas mucho con este comentario. jejeje
EliminarBesos para ti y para Carmen
Bueno, José Luis, ¿qué quieres que te diga? no había leido el post. Escuché la gran noticia en tuiter y te dí la enhorabuena. La verdad es que no le dí la menor importancia. No porque no la tenga, que la tiene, sino porque te conozco y no he dudado nunca de tu capacidad para eso y para mucho más. Correr una maratón para ti ha sido un reto como tantos otros. Y, simplemente, lo has superado como superarás todo lo que se te antoje.
ResponderEliminarSigue superándote, amigo. Todavía hay camino por delante.
Un abrazo.
Querido Pepe: Yo creo que fueron las termas de Ourense y el mencía que nos soplamos por allí una semana antes lo que me puso la chispa necesaria para terminar la carrera, aunque te agradezco que tengas tanta confianza en mi. Un fuerte, fuerte abrazo, amigo mío.
EliminarEso solo se puede hacer con ese "peazo" corazón que usté tiene... grande, grande. Y como muy bien sabemos no solo lo utiliza para correr, también para acoger. Y como muy bien sabes esto no es más que un principio. Grande Señor Bracamonte.
ResponderEliminarGeneroso y amable, Josu, como buen vasco. Á ver si tengo ocasión de ir a correr una por tu tierra y nos damos un homenaje gastro-vinícola, mano a mano. deseando estoy, Josu. Un fuerte abrazo, amigo.
EliminarTambién me he emocionado leyendo tu texto. Y te he recordado en Peñaranda, cuando las Buenas Prácticas y en CitaRA, tan pendiente de todo el equipo, con alegría, haciendo que la gente se sintiera cómoda, féliz. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Evaristo por tener este detalle conmigo Te lo agradezco de veras. Confío que no tardemos mucho en vernos y pueda darte un abrazo en vivió. Muy posiblemente este verano.
EliminarSi es que eres grande, lo supe desde que te conocí :)
ResponderEliminarEnhorabuena por esa maratón y por ese corazón. Un abrazo.
Ya ves Toni, ni siquiera yo acabo de creerme que haya podido acabar un maratón. Si me lo llegan a decir hace cuatro años, cuando sólo pesaba 110 kilolitros de nada.., en fin, la vida te da sorpresas..:-)) este verano otra paella, eh?
EliminarEnhorabuena José Luis, me ha encantado leer tu crónica, toda una inyección de vitalidad, esfuerzo, optimismo y alegría que tanta falta hacen en estos momentos que suele invadirnos el desánimo. Eres un crack! un beszo.
ResponderEliminarOjalá, María José, todas las cosas pudieran solucionarse corriendo unos cuantos kilómetros. de momento me estoy preparando para correr a gorrazos a tanto sinvergūenza, ladrón, mentiroso y facineroso como anda suelto. ya puedo correr maratones..., hay que joderse,un besazo enorme María José.
ResponderEliminarinteresante post, espero sigas escribiendo. Saludos desde chile
ResponderEliminaresta realmente bueno tu blog, me gusto mucho. Saludos
ResponderEliminarestuve mirando tu blog y tienes informacion realmente interesante.
ResponderEliminarMuchas gracias a Creación de empresa, Posicionamiento y Rescate de información por sus comentarios.
ResponderEliminar