martes, 20 de diciembre de 2011

La carrera del tostón, digo....del turrón


Cómo llevo poco tiempo participando en carreras populares y aún me faltan muchas cosas por aprender, ni siquiera sabía que si sales de juerga un par de noches antes de una competición y le echas al cuerpo bien de combustible, luego corres más ligero. Nadie me lo había dicho. En realidad había escuchado rumores de que la fiesta y el deporte eran incompatibles, pero si me guío de mi experiencia, he de decir que conseguí mi mejor marca personal en cuanto a ritmo por kilómetro se refiere, tras una cena de empresa. Y cómo no quiero que os pase lo que a mí, que viváis en la ignorancia, privándoos de comilonas y eventos gastronómicos, sobre todo en esta época del año, os lo cuento para que no sea un secreto sólo al alcance de los iniciados. No menciono las cantidades de vino, aguardientes y cervezas necesarias para alcanzar este éxito deportivo porque cada cual tiene una capacidad en el depósito y sabe hasta dónde puede llegar. Me estoy refiriendo a la Carrera del Turrón, que se celebró en Peñaranda el domingo 18 de diciembre con gran afluencia de público. La cita era obligada por celebrarse en casa. Mañana fría aunque brillante, como corresponde a los días invernales en esta tierra castellana y por lo tanto propicia para hacer el trasiego del vino ya que además la luna coincidía en menguante y así hacían las cosas nuestros abuelos. O sea que antes de correr, a la bodega de Lorenzo a trasegar el tinto. Los vapores etílicos del vino ya fermentado, y algún que otro trago para catar te entonan el cuerpo, al que hay que ir haciendo entrar en calor poco a poco antes de comenzar la carrera. O sea que cambio de hato, zapatillas de correr y a seguir calentando. Cualquiera paraba. Si te quedabas quieto de pasmabas de frío, o sea que no dejé de trotar junto a Manolillo hasta que no dieron la salida.

Carrera corta: Cuatro vueltas a un circuito urbano de 1 kilómetro. Por no andar cambiando de pareja, seguí corriendo junto a Manolillo, tanto es así que entramos en la meta cogiditos de la mano. En realidad este tipo de carreras tan breves no son para corredores diesel, ya que tienen un ritmo muy vivo y si te dejas llevar acabas reventado. Yo prefiero distancias más largas y no lo digo por presumir. En cualquier caso y sin forzar la máquina, pudimos completar el recorrido en 18’20”, es decir a 4,35 el kilómetro, o lo que es lo mismo, casi medio minuto más rápido que la mejor que había corrido hasta ahora. No es para tirar cohetes, porque entre otras cosas tan solo he participado en 10 carreras, pero qué queréis que os diga, me gusta ir mejorando. Por comentar algo del recorrido diré que lo que más me agradó fue ir viendo caras amigas durante todo el trayecto y conocidos que te animaban por tu nombre o que se quedaban sorprendidos al verte pasar, cómo diciendo, “..éste se ha vuelto loco.

En fin. Bonita experiencia. Lo que no tengo claro todavía es si la marca obtenida gracias a la opípara cena, tengo que atribuirla al azumbre de vino o a ese enorme costillar de tostón, doradito, crujiente y jugoso, con ese punto exquisito que sólo saben darle en mí pueblo, pero prometo averiguarlo para la San Silvestre Salmantina que es el día 26. Me entrenaré debidamente en las cenas de nochebuena y navidad.

2 comentarios:

  1. Da gusto leerte, Jose... ¡Y MÁS GUSTO DA ENTRENAR CONTIGO!, je, je...
    Enhorabuena por la carrera, campeón.

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  2. Y me refiero a los entrenamientos de plato, y no es el plato de la btt, je, je...

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