El año pasado me quedé con ganas
de hacer la subida a La Honfría, pero las circunstancias no lo hicieron posible,
por lo que este año me puse la carrera en la agenda y me inscribí antes de que
se terminaran los dorsales. Además, pensé, me vendrá bien para entrenar la subida a Los
Hermanitos en la Nava de Béjar (una semana después), que promete ser dura,
aunque en estas y en otras cosas, la dureza depende de tu actitud ante ellas.
Si el camino se pone cuesta arriba, se afloja el paso; que se endurece aún más, se sube andando. No
pasa nada. Somos aficionados y no nos ganamos la vida con esto. A lo que iba. La Honfría presenta además
varios alicientes, el primero que es en Linares y puedo volver a ver mi amigo
Pepe el músico que dejará su retiro casi monacal para darme un abrazo a la llegada,
el segundo que la carrera, aún siendo de montaña, no es muy larga (8,5 Km) y
tiene un trazado que me gusta, puesto que la parte ascendente de la carrera está
en la primera mitad, cuando aún vas fresco, puesto que una vez has llegado arriba,
para bajar todos los santos ayudan,
como suele decirse. Gran parte del
recorrido discurre bajo palio a la sombra de magníficos ejemplares de roble
melojo, castaños y acebos. También puede verse algún avellano. No en balde
estamos en la parte más umbría y húmeda de la Sierra de las Quilamas, que debe su nombre a la amada del rey Don Rodrigo, último rey godo, que
buscó refugió en estas tierras junto a ella, huyendo de las tropas de Tariq,
padre de Quilama, que
no aceptaba el amor de ambos. Es una bendición salir a buscar setas en otoño por estos parajes de bosque
caducifolio casi vírgenes aún. Recuerdo
aún una tarde otoñal en el que mi amigo Lorenzo y yo, junto a nuestras mujeres
e hijos pudimos recolectar en torno a 70 especies diferentes de setas, algunas
de ellas, de las que pensé que sólo se ven en los libros. Recapitulando, estaba
tratando de decir, antes de irme por las ramas, que correr a la sombra es
impagable, sobre todo en el verano y eso revaloriza todavía más esta prueba.
No me gusta llegar con el tiempo
justo, por lo que salimos de Peñaranda con suficiente antelación y llegamos a
Linares a las 9 y pocos minutos, casi hora y media antes de la salida. En esta
ocasión íbamos a correr Marta, Pardi y yo. Llamé a Pepe para avisarle de mi
llegada, pero llevaba unos días en Valladolid. Lástima. Lo primero retirar los
dorsales y tomar un café. Marta se llevó los perros, ya tiene tres y nos
acercamos hasta el coche para darles un paseo, vestirnos, colocarnos los
dorsales y comenzar a calentar. Pardi
decidió quedarse a estirar un poco y calentar en carrera. Cogimos unas cuestas
a la salida del pueblo para ir acostumbrando el cuerpo y romper a sudar. Uno de
los perros se despistó y no lo encontrábamos, aunque dimos con él a falta de 15
minutos del comienzo. Todo listo. Vámonos. Al llegar a la plaza me encontré con
el alguacil del pueblo, Paco, con el que
he coincidido en alguna corrobla en casa de Pepe y estuvimos saludándonos.
Cinco minutos. Ciertamente se me hace extraño no ver ningún corredor. Eso es
que la salida será desde otro punto. Alguien de la organización se acerca,
seguro que para indicarnos el lugar:
- ¿Qué hacéis aquí?, la carrera ha salido
hace 25 minutos.
- Pues vaya. Ahora si que la hemos hecho buena.
Creo que en aquel momento
comprendí lo que sintió Perico en aquel prólogo en el que perdió el Tour por
llegar tarde a la salida. Salvando las distancias, puesto que ni Linares es Luxemburgo,
ni la subida a La Honfría el Tour, ni yo Perico Delgado.
Me dio pena por
Marta porque tenía opciones de pódium. Lo siento, Marta. Fue culpa mía, que me
empeciné en las 10.30 vaya usté a saber
porqué. Tras el desconcierto inicial decidimos iniciar la subida. Apenas
llevábamos 1 kilómetro cuando nos cruzamos con los primeros que bajaban. Ánimo
que ya estáis ahí. Aunque solo fuera por
haber visto la cara de sorpresa de alguno de ellos al cruzarse con nosotros
hubiese merecido la pena. Alguno nos animaba incluso. ¡Vamos, chavales, vamos!
¡Venga valientes que vais bien! El
público tampoco salía de su asombro, sobre todo cuándo preguntaba a alguno:
-
Oye, ¿nos sacan mucho?
-
No, están ahí mismo.
Y tanto si lo estaban, pero de
frente.
Nosotros a lo nuestro. Nos
cruzamos con Pardi que bajaba como un bólido. Nos debía quedar un kilómetro, el
más duro, para llegar a La Honfría, cuando vimos que la bicicleta escoba
descendía acompañando al último corredor. Lo cierto es que íbamos bien,
corriendo cómodos y sin presión ninguna, pero decidimos darnos la vuelta y
completar la cola de carrera con nuestra presencia. El público se acordaba de
nosotros y nos saludaba al pasar:
¡Al final los cogisteis!, nos gritó
un espectador.
¡Vaya que sí. Justo al final!
Llegué el último en la meta, pero
eso es una gran ventaja. La gente te anima más, te aplaude, te da ánimos… y
además, no hice tan mal resultado, ojalá llegara siempre en la misma posición en
la que salgo.
Agradecí el agua fresca en la
llegada, y la hermosa manzana que venía en la bolsa del corredor que me supo a
gloria, y sobre todo, la ducha. Lo cierto es que el agua salía fría, pero como
el cuerpo estaba caliente, no te hace ni sensación. Qué placer. Ropa limpia y a estrenar la
camiseta. Aunque sólo sea por reconocimiento (y por ver si los demás se pican,
no puedo dejar pasar por alto el hecho de que la carrera es de las de
inscripción gratuita, que van quedando pocas, que la bolsa del corredor no
tiene nada que envidiar a la de la media maratón de Valladolid, pongamos por
caso. Mejor dicho, me quedo con la de Linares que nos dio las camisetas en función
de nuestra talla, que nos incluyó un chorizo ibérico, que nos regaló un pase
para las piscinas, tanto para el corredor como para el acompañante, que nos
invitó a una consumición en cualquiera de los bares del entorno y que ofrecía
una sustanciosa oferta de parrillada al estilo argentino a un precio de 12 €.
Eso es una organización, si señor, eso son regalos y no los cheques descuento
del Corte Inglés, que al fin y al cabo sólo buscan engatusarte para gastar, o
sea que enhorabuena al club Cazabaches que organizó el evento. Tan solo una
sugerencia: Para la edición de 2013 se podrían dar los vales de las
consumiciones a la entrega del dorsal, por si alguno se despista con la hora, no
tenga que andar subiendo casi hasta la Honfría para pasar el rato. Con lo ricas
que estaban las empanadillas….
¡Pero que grande eres, Jose! Lo bueno de este invento del correr popular es que no nos va, ni mucho menos, la vida en ello. Y que siempre podemos sacar la parte positiva de todo. Estos detalles engrandecen este deporte y a personas como tú.
ResponderEliminarBonita carrera por esos preciosos parajes. ¡Y gratuita!, sí señor; cada vez quedan menos...
A ver si hay suerte y el próximo año puedes repetir el evento, pero saliendo con el resto de compañeros cuando den el pistoletazo oficial de salida, je, je... Y si todavía tenemos más y mejor suerte igual puedo acompañarte para subir hasta la Honfría, ¡o con las empanadillas del bar!
¡Vamos!