sábado, 17 de diciembre de 2011

Menú navideño


Aquel año, mi padre se presentó en casa con un hermoso cordero para la cena de Nochebuena. Lo malo es que había que matarlo. Los tres niños de la casa nos opusimos a ello con llantos y pataleos. Hasta la abuela veía en el cordero una reencarnación del “Agnus Dei” de las estampas. Con el paso de los días el animal se fue aborregando y campaba a sus anchas por toda la casa. Mi madre aguantó que no dejase ni un fleco de las faldillas, lamiese las cortinas y que llenara de bolitas el pasillo, pero puso el grito en el cielo cuando la emprendió a mordiscos con el relleno de los cojines. A la abuela se la cayó la venda de los ojos con el cordero místico, tras comerse el susodicho de una sentada una biblia ilustrada de principios de siglo, de la que sólo se salvaron algunos versículos del Apocalipsis. El regalo del pastor volvió al redil de éste nada más pasar los Reyes.

Al año siguiente algún vecino bromista nos llevó a casa un pavo enorme. Vivo, claro. Posiblemente mi padre pensara que el aspecto de estos animales no incita a la ternura y de ese modo se evitarían las protestas infantiles, por lo que se dispuso a matarlo como se matan las aves, con un corte en la cabeza. Para ello solicitó que los niños agarrásemos al pavo de las patas, mientras él lo sujetaba entre sus piernas. El pavo al sentirse herido comenzó a patalear logrando zafarse de la sujeción de los niños y arañando de paso a mi hermano pequeño en la cara. La bulla y la alarma de la sangre en la cara del chiquillo provocó que mi padre soltase el pavo para atender lo que parecía una aparatosa herida. El pavo comenzó a revolotear por toda la cocina rompiendo una pila de platos que había en el escurridor, varios vasos, el azucarero de cristal y volcando además una sartén con aceite sobre mi madre, que había acudido al reclamo del griterío. Tras varios minutos interminables de cataclismo, de chillidos, llantos y griterío de chiquillos, voces de mayores y glugluteos de pavo que intenta zafarse, la sangrante herida de la cabeza de ese fénix, que parecía revivir cada vez que mi padre estaba a punto de cogerlo, hizo por fin el efecto deseado y dio con el pavo encima del fregadero, dónde acabó sus días no sin antes haber salpicado de sangre al estilo “gotelé” toda la cocina, que para más desgracia no estaba alicatada. La escena era digna de una película “gore”: La sangre del pavo en las paredes, el techo, el mobiliario y las ropas de todos los presentes, el arañazo en la cara de mi hermano que no paraba de llorar, mi padre con el cuchillo ensangrentado aún de la mano y cara de Jack Nicholson en El resplandor, la de mi madre con el mismo espanto que Shelley Duvall pero con la falda hecha un pingajo, el suelo resbaladizo de aceite y blanco de azúcar, los platos rotos, los vasos de cristal en mil añicos y sobre todo la cabeza del pavo colgando por fuera del fregadero hubiesen hecho las delicias de Kubrick o Brian de Palma, director de Carrie.

Desde entonces es tradicional en nuestra casa que el plato fuerte de la cena de Nochebuena sea el “bacalao al ajo arriero” y de postre turrón del blando. Pero esa es otra historia.

16 comentarios:

  1. Ni necesitas fabular como García Márquez ni, la clarividencia de Saramago. Ellos se han ganado la vida escribiendo, no es tu caso. Tu eres J.L. Sánchez y además, de sobrenombre, "Coco". Con ese apodo ya me dirás tú a mí. Bueno, fuera bromas, ya te he dicho en otras ocasiones que tu lenguaje es claro, sencillo..., de la calle. No me acuerdo donde leí "Escribiendo se aprende a escribir" y tú ya has escrito bastante. Un abrazo.

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  2. Con historias como esta, no necesitas fabular. No se que partido le sacaría Saramago a la situación, a mi me parece que lo de pasarse al bacalao fue la opción más inteligente :P.

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  3. A ver si no era bacalao, sino una criatura abysal jaja

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  4. Jajaja, el caso es que adoro el bacalao en todas sus formas, pero, amigo, en Navidad donde esté un buen pollo de corral. Nosotros corríamos detrás de los pollos cuando mi abuelo les cortaba la cabeza y corrían por el corral, para disfrute de los nietos... Recuerdos de una infancia de pueblo que ya no volverá, de las patatas con sebo, la chanfaina, el Zapatero a la parrilla o los níscalos... Y las ovejas, los perros que sólo comían pan duro, los machos...

    Te deseo a ti a a los tuyos, una Feliz Navidad y un buen vino, que sino no es lo mismo.

    Un abrazo

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  5. Buen relato, amigo mío. Con humor y con amor es como se comienza un día y tú me lo has alegrado con tu corderito y con tu pavo. Como vasco que ha estado en Portugal y en Noruega, te alabo la decisión: un buen bacalao es la opción perfecta a tanto desmán en la cocina. Prueba, no obstante, dos de las variedades más exquisitas que existen en el universo mundo: bacalao al pil-pil y bacalao a la vizcaína... hummmmm ¡deliciosos!
    ¡Felices Navidades para todos y un feliz 2012 en Peñaranda de Bracamonte!

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  6. Cuidadín este año, por si el bacalao fuese fresco... Buena elección. Puestos a elegir, prefiero el bacalao al cordero o al pavo.
    Larga vida al blog. A esos escritores favoritos puede usted añadir a Cunqueiro, y a mi tocayo Néstor Luján, que contaron como nadie los placers de la mesa.
    Saludos, y buenas fiestas.
    Néstor.

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  7. Menos fotos y más platos en 1.0...

    Un saludos y felices fiestas compañero

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  8. ¡A ese menú también me apuntaba yo, me encanta el bacalao! Menos mal que cuando hacemos la compra nada nos recuerda los últimos momentos de los que son los protagonistas en los platos :)¡Feliz Navidad José Luis! Un abrazo muy grande para los dos.

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  9. Ahora toca esperar a la historia del bacalao al ajo arriero, que seguro la tiene.

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  10. Yo me tiro más a la carne sinceramente aunque después de las anécdotas que te han pasado lo entiendo perfectamente...jaja
    Aún asi todo está muy rico y se agradece la forma de contarlo.
    Un abrazo!
    pd: que aproveche!

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  11. Me ha recordado una navidad siendo muy, muy pequeña, en la que el pavo había sido engordado en casa de la vecina de mi abuela y llegó un día fatídico como el descrito ...pero no era la sangre sino el palo de una escoba, de las de antes, que se ponía en el cuello y luego ¡mis manos en los ojos! y el pavo que se movía sin parar...

    Ahora como somos todos macro...hiperlimpios y minimalistas...me paso a un pato deshuesado que relleno y se sirve pulcramenmte decorado
    ¡La vida si que ha cambiado!
    Ahora ese padre sería denunciado por los verdes, por los servicos sociales por dañar la educación de sus hijos, por las mujeres por la desigualdad de tareas y ¡vaya ud a saber!

    Mejor compartimos la receta del bacalao minimalista pochado a las hierbas de puturrú de foie

    Feliz cena de Navidad que conocer esos tiempos y estos hacen apreciar las diferencias je je je

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  12. Con historias así, podemos plantearnos un libro de "mi casa en navidad" jajaja!

    ¡Felices Navidades en Peñaranda de Bracamonte!

    ChinChin
    Un abrazo.

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  13. Muchísimas gracias a todos por vuestros amables comentarios, Antonio, Lourdes, Gregorio, Juan Carlos, Víctor, Marcos, Néstor, Marisa, Diego, Carlos y Lara. También a Cañada Blanch y Hagoloquepuedo.

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  14. Lo que tiene García Márquez es una enorme capacidad de contar bien lo que es parte de su cultura (créeme, una colombiana lo dice con conocimiento de causa), y este relato muestra que es tu caso.
    Con permiso del Nóbel, si tu te pusieras igual descubrimos un Macondo en Salamnca XD
    Besos y Feliz Bacalao ;)

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  15. Así que Coco...
    Yo también me crié entre matanzas adonde me llevaba mi tata, y me encantaba ver las gotas de sangre caer en el plato, clinck, clink... Hasta que mi madre se enteró de todo y me prohibió terminantemente comer pajaritos, caracoles y ver desangrados por placer. Y me convirtió en una cursi asustona de mucho cuidao, jajajaja
    Mi plato preferido de la mar el rape y de la tierra el cordero. Eso sí, que no me lo presenten antes porque si no, me quedo sin cenar. En Peñaranda probé por primera vez el cochinillo porque cada vez que me lo ponía la familia política (la mía) venía con su cara de persona y todo y yo así no puedo pecar. Soy como las beatas, que solo peco si no se nota nada... Y en eso estoy ;P
    Qué bonito escribe usted, Coco ;P

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